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“No conocía límites”: la vida y el legado de Keith Moon de The Who

“Con algoritmos un tanto diferentes”, el baterista de The Who, Keith Moon, impulsó una de las bandas más explosivas del rock.

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Keith Moon
Foto: George Wilkes/Hulton Archive/Getty Images

A menudo, la leyenda es más conocida que la verdad. Hay otras ocasiones en que la leyenda es la verdad, pero oculta otra historia – y Keith Moon pertenece a esa categoría. Muchas, si no la mayoría, de las cosas que has escuchado sobre la excentricidad del baterista de The Who (hay otras descripciones disponibles) probablemente sean exactas, pero a veces se interponen en el camino de la verdad musical primordial sobre el hombre: que era un baterista como ningún otro. Y pensar que originalmente sus planes eran tocar la corneta..

Los comienzos con The Who

Cuando Moon fue reclutado por los novatos de The Who en 1964, después de pasar una audición en un pub, nadie podría saber cómo se desarrollaría la peligrosa y esencial química entre cuatro de las fuerzas más cohesivas que la música rock vería jamás. No era probable que llegara a viejo, pero si las estrellas de rock viven años de perro, entonces los 14 en los que Keith Moon estuvo en la vida de todos nosotros, son como la vida de otra persona. Tal vez esté viviendo un retiro tranquilo en algún lugar allá arriba, o allá abajo… como si tal cosa fuera posible para alguien como Moon.

Hablando más en serio, es muy raro encontrar un disco de The Who en el que Moon no sea una parte crucial. Estuvo presente en ocho álbumes y alrededor de 35 sencillos que fueron inolvidables hasta el último compás. A pesar de la gloria perdurable que lograron con el brillante dueodécimo álbum de Pete Townshend y Roger Daltrey bajo el nombre de la banda, WHO, incluso ellos admitirían que el alma del grupo quedó herida más allá de todo reparo aquella triste noche del 7 de septiembre de 1978. Todavía resulta imposible pensar que Moony solo tenía 32 años.

Perfectamente adecuado para The Who

Daltrey afectuosamente dejo clara la importancia de Moon para The Who en una conversación con este escritor en 2016. “La percepción general de Keith Moon como baterista es que era caótico, descuidado, pero era todo lo contrario”, dijo el cantante. “Es solo que sus algoritmos [se rió mientras decía la palabra] eran un poco diferentes, eso es todo”.

“Tocó con todos los instrumentos que sonaban en el escenario y logró que funcionara”, continuó Daltrey. “Entiendo que no era un baterista de rock and roll rock’n’roll de cuatro en el piso (patrón rítmico utilizado fundamentalmente en la música disco y electrónica), pero para The Who, era perfecto. El entretenimiento de ese hombre… el humor. Quiero decir, mirar al público es lo que hace el cantante, nunca ve a la banda”.

Una de las últimas apariciones de Moon ante las cámaras fue en el video de The Who para el tema que da título a su último álbum con ellos, Who Are You. Filmado en sus Ramport Studios en Battersea, Londres, para la película The Kids Are Alright. Es un maravilloso último vistazo a Moon, que captura su espíritu juguetón y algunas conmovedoras payasadas con Pete, Rog y John Entwistle, mientras él va tocando sus magníficas partes de batería con sus auriculares sujetos a su cabeza con cinta adhesiva.

Versatilidad como baterista

Si bien desde 1965 los medios alardeaban que The Who “masacraban sus amplificadores”, eso nunca quiso decir que Moon aporreara o tundiera a golpes sin piedad sus tambores para ponerse hasta el frente del sonido de la banda, ni en el escenario ni en la grabación. Si él hubiera luchado por un protagonismo egoísta, especialmente a medida que el grupo maduraba y que la composición de Townshend se volvía cada vez más matizada y episódica (sobre todo a partir de la era de Tommy), pronto lo hubieran sacado de la banda. Lo que hacía a Moony especial es que podía hacer luces y sombras con la misma facilidad que podía ser la potencia más estimulante que jamás haya tenido una banda.

Entwistle comentó una vez que Moon no tocaba de lado a lado, sino hacia adelante. “Keith Moon – ¡Ahora hay un baterista que no cree en mi política de quedar en un segundo plano!” bromeó su eventual sucesor, Kenney Jones, durante el apogeo de Small Faces en 1966. Ese comentario reflejaba el protagonismo de Moon para la banda. Sin embargo, no es que Keith se robara el reflector, sino que podía combinar su energía vital con tocar la batería con una moderación detallada, como lo hizo en tantos temas de The Who, como en “I’m Free”; con total teatralidad, o en “Won’t Get Fooled Again”; o, a menudo, con una combinación de los dos en el mismo tema: fuera de su cerebro y de nuevo en él, en “5:15”, por ejemplo.

“Keith fue innovador, siempre tocando lo inesperado”, escribió Clem Burke de Blondie en el prólogo del libro autorizado de 2016 A Tribute To Keith Moon: There Is No Substitute. “Hay tantos riffs y obligados geniales que son inspiradores, basta con echar un vistazo a algo como “Young Man Blues” de Live At Leeds.

“Nunca olvidaré la escena de la película The Kids Are Alright : Keith con los auriculares pegados a la cabeza tocando junto con la secuencia del sintetizador. Hablando acerca de adelantarse a su tiempo, ¡eso es lo que la mayoría de los bateristas están haciendo hoy en día en concierto!”

Otro gran admirador entre sus compañeros era John Bonham de Led Zeppelin, quien siempre observaba a Moon muy de cerca y tan a menudo como podía. “Bonzo” estuvo presente en toda la sesión de grabación de “Won’t Get Fooled Again”. Townshend reveló más tarde que los bateristas de jazz de primera como Buddy Rich y Tony Williams también eran fans suyos.

“Me gustaría interpretar a Hamlet, pero no era baterista”

El aprendizaje de Moon en su natal Londres del Norte, con los Escorts, Mark Twain and the Strangers y los Beachcombers, significó que rápidamente puso manos a la obra en su nuevo oficio de tocar la batería. Esa vocación era parte del llamado mod de la época que amaba la música surf y el humor tonto. ¿Acaso ha habido alguien que se haya podido adueñar del sonido de ese momento desde el principio como lo hace Moon en el primer sencillo de The Who titulado “I Can’t Explain”, o en el álbum debut que le siguió a finales de ese mismo año de 1965, My Generation?

“La extraña personalidad de Keith Moon tiene muchas facetas”, escribió la revista Rave en 1966. “Un minuto insulta, exagera, bromea; al minuto siguiente es un baterista con los ojos muy abiertos y aspecto inocente”. Tres años más tarde, el escritor Keith Altham intentó entrevistarlo para la misma publicación. Fue convenientemente caótico. “Me gustaría interpretar a Hamlet, pero él no era baterista, ¿verdad?”. dijo Moon.

“Supongo que podría escribirse que él era baterista en su tiempo libre, un poco hábil con las baquetas. Seamos realistas, debe haber sido porque tenía un sentido del ritmo. Fue un poco casualidad que supiera tocar la batería o que no pudiera tocarla. No soy un gran baterista. No tengo ningún ídolo de la batería, solo conozco algunos bateristas desocupados”.

El legado de Moon

Moon hizo un álbum como solista, Two Sides Of The Moon (1975), pero otras ambiciones quedaron sin cumplir. “No tengo aspiraciones reales de ser un gran baterista”, dijo. “No quiero canalizar toda mi energía en tocar la batería, o ser un Buddy Rich. Solo quiero tocar la batería para The Who, y eso es todo”, le dijo a Chris Charlesworth en 1972. “Creo que gran parte de mi locura se debe a que quiero hacer algún trabajo cinematográfico. Pete tiene su escritura, John tiene su escritura y producción, y Roger tiene su granja. Mi interés es filmar y filmar videos”.

A pesar de los televisores arrojados fuera de las ventanas, la explosión del set de grabación de los Smothers Brothers en la televisión y montar en un aerodeslizador sobre el césped (como su hija nos describe aquí), es reconfortante recordar que, por encima de todo, Keith Moon solo quería tocar la batería para The Who. Con todo el sentido de una vida truncada, lo hizo como nadie más pudo hacerlo jamás.

“Creo que la palabra que usaría para describir la forma de tocar la batería de Keith es ‘libre’ más que ‘anárquica’”, escribió Townshend en la introducción de There Is No Substitute. “Él no conocía límites”.

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