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Absolutamente libre: Frank Zappa y Europa del Este

Aunque sus discos fueron prohibidos bajo el régimen soviético, Frank Zappa se convirtió en un héroe clandestino en el Este de Europa. Desde entonces, su espíritu permea hasta el día de hoy.

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Frank Zappa photo Armando Gallo and Getty Images
Photo: Armando Gallo/Getty Images

El 24 de junio de 1991, Frank Zappa subía al escenario por primera vez en tres años. En cualquier otra circunstancia, el regreso de uno de los guitarristas más inventivos e influyentes de todos los tiempos habría sido noticia de primera plana, pero esto fue aún más especial: se trataba de un concierto realizado en Praga para marcar la retirada de las tropas soviéticas de Checoslovaquia.

Zappa fue el invitado de honor e interpretó un solo durante el set de Pražský výběr, artistas locales favoritos. Seis días después, hizo lo mismo para marcar la retirada soviética en Hungría. Aceptó la invitación a pesar de sentirse algo oxidado, como le dijo a la revista Musician antes de los conciertos: “Me enfrento a un pequeño dilema que me va a dar una bofetada en la cara el jueves. Voy a Checoslovaquia y Hungría, y me han invitado porque van a tener celebraciones grandes. El último soldado ruso sale de Checoslovaquia el 24 y de Hungría el 30, y quieren que lleve mi guitarra y toque. Y hace años que no la toco. ¡No tengo los callos!”

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A pesar de sus aprensiones, Zappa se notaba visiblemente conmovido al dirigirse a la audiencia checa—quienes demostraron su adoración por el músico—y les dijo: “Estoy seguro de que ya lo saben, pero esto es solo el comienzo de su nuevo futuro en este país, y a medida que enfrentan los nuevos cambios que tendrán lugar, por favor, traten de mantener lo que hace a su país único. No cambien, manténganlo único”.

La música de Frank Zappa no fue lanzada oficialmente en Checoslovaquia sino hasta la llegada de la “La Revolución de Terciopelo” en 1989, siendo este un movimiento no violento que vio el derrocamiento del gobierno comunista. Bajo el dominio soviético, hubo intensa censura de la cultura occidental—con varios artistas llegando a la lista negra—para evitar que las ideas subversivas se arraigaran entre la juventud. La música de Zappa representaba una libertad de expresión irresistible para la generación más joven de checos y se hizo popular gracias al contrabando clandestino. “Plastic People” – la canción que abre el segundo álbum de estudio de Zappa y The Mothers Of Invention, Absolutely Free – incluso inspiró el nombre de la banda underground checa, The Plastic People Of The Universe. Esa banda fue crucial para el movimiento disidente en Checoslovaquia, gracias a su encarcelamiento en 1976, lo que a su vez condujo a la Carta 77, un documento firmado por destacadas figuras culturales checas que criticaron el cuestionable historial del gobierno en lo que a derechos humanos se refería.

Uno de los artífices de la Carta 77 fue Vaclav Havel, quien era un dramaturgo y activista. En su muy influyente ensayo de 1978, The Power Of The Powerless, Havel explicó el significado de la persecución de The Plastic People Of The Universe: “Todos entienden que un ataque a la música underground checa era un ataque a lo más elemental e importante, algo que unía a todos… La libertad de tocar música de rock se entendía como una libertad humana y, por lo tanto, esencialmente igual a la libertad de participar en la reflexión filosófica y política, la libertad de escribir, expresar y defender los intereses sociales y políticos de la sociedad”.

Havel continuaría liderando la “Revolución de Terciopelo” y se convertiría en el presidente de Checoslovaquia en 1989. Uno de los líderes del Foro Cívico, partido de Havel, era Michael Kocáb, miembro de la popular banda checa, The Jazz Section. Kocáb era un gran admirador de la música de Zappa, y en 1989, un amigo en común organizó una reunión cuando este visitó los Estados Unidos. Zappa recordó más tarde: “En ese momento, [Kocáb] era un famoso músico de rock checo… y me invitó a Praga para que tocaran algo de mi música orquestal. Unos meses más tarde, hubo una revolución, y resultó que él no solo era un músico de rock, sino también un miembro del Parlamento”.

Un emisario cultural para Checoslovaquia

Kocáb hizo lo posible para que Zappa visitara Checoslovaquia y conociera a Havel y fue así como, el 20 de enero de 1990, Zappa llegó al aeropuerto Ruzyne de Praga y recibió una bienvenida inesperada. Fue recibido por 5,000 fans quienes cantaban y sostenían en alto pancartas hechas a mano. Zappa se sorprendió por la bienvenida: “¡Fue increíble! Nunca en mis 25 años en el negocio del rock’n’roll me había bajado de un avión y visto algo así. No estaban preparados para la situación, no había seguridad, ¡pero la gente fue simplemente maravillosa!”

Durante los días siguientes, Zappa recibió un trato digno de la realeza, incluyendo una serie de reuniones con figuras checas influyentes (incluidos los miembros de The Plastic People Of The Universe), que culminó en un encuentro con Havel en el Castillo de Praga. Zappa dijo: “Así que allí estaba yo en la Oficina Oval o algo así y el presidente hablaba sobre Captain Beefheart y el rock’n’roll y pensé, ‘¿Es esto La Dimensión Desconocida o qué?’” Durante una serie de conversaciones, Zappa impresionó a Havel con ideas innovadoras sobre comercio y comunicaciones, lo que llevó al anuncio de Havel de que Zappa representaría a Checoslovaquia en asuntos comerciales, turísticos y culturales.

En cuestión de semanas, una intervención del entonces Secretario de Estado de los Estados Unidos, James A. Baker, redujo el papel de Zappa al de un emisario cultural no oficial. Zappa y Baker tenían un historial algo discordante: el músico había sido un fuerte crítico de The Parents’ Music Resource Center, un grupo a favor de la censura que la esposa de Baker, Susan, había co-fundado. El secretario de prensa de Havel emitió un comunicado en el que decía: “Queremos a Frank Zappa pero no está autorizado a negociar ningún acuerdo comercial con nuestro gobierno”. Aunque Zappa se vio obligado a retirarse del papel propuesto, el episodio muestra la enorme estima en la que se le tenía.

Una estatua en Lituania

La popularidad de Frank Zappa en Checoslovaquia fue igual en toda Europa del Este. En marzo de 1990, Lituania también declaró su independencia de la Unión Soviética. Durante los años siguientes, las estatuas soviéticas fueron derribadas a la par que el país buscaba recuperar su identidad nacional. Tras la muerte de Zappa en 1993, el fotógrafo Saulius Paukstys, residente en Vilnius, vio al músico como un candidato ideal para una estatua, como le dijo más tarde a The Guardian: “Estábamos desesperados por encontrar un símbolo que marcara el fin del comunismo, pero al mismo tiempo, que expresara que no siempre tuvimos momentos pesimistas”. La idea de Paukstys cobró impulso, y finalmente, Konstantinas Bogdanas, un artista de 70 años que había hecho muchas de las estatuas soviéticas en años anteriores, recibió el encargo de esculpir un busto de Zappa.

El busto ocupó un lugar privilegiado en una plaza del centro de la ciudad y se inauguró con una ceremonia en la que una banda tocó canciones de Zappa y se desplegó un espectáculo de fuegos artificiales. La popularidad de Zappa se disparó: una estación de radio local incluso dedicó un programa semanal a su música así como a sus entrevistas. Zappa se convirtió en un símbolo de la regeneración de Lituania y cuando Užupis – el barrio bohemio de Vilinus –  se declaró república independiente el Día de los Inocentes de 1997, Zappa fue elegido como su santo patrono. Paukstys explicó: “El espíritu de Zappa nos hizo ver que la independencia de Moscú no era suficiente y nos convenció de declarar la independencia del resto de Vilnius”.

La música de Frank Zappa fue una expresión de libertad intransigente e inteligente. Empujó los límites a través de sus composiciones y se apegó a sus principios durante toda su vida pública. No es de extrañar que los europeos del este, quienes sufrían las consecuencias de la represión cultural, encontraran tanto con lo cual identificarse. Para muchos en Occidente, Absolutely Free era un buen título para un álbum, pero para su ejército secreto de fans en Europa del Este, se convirtió en un lema, un ideal, y ofrecía una esperanza muy necesaria.

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