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Las mejores canciones de Musart: una introducción a la música regional mexicana

Un vistazo a la historia del sello que puede presumir discos de íconos como Pedro Infante, Paquita la del Barrio, Chalino Sánchez, Mike Laure y más.

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Musart Artist Chalino Sánchez with Banda Brava
Cover: Courtesy of Musart

En los primeros días de la industria discográfica, los sellos discográficos solían ser omnívoros, vendiendo cualquier música que pudieran tener en sus manos para llenar los vacíos en sus mercados. Esto los hizo cosmopolitas… y a veces profundamente extraños.

Tomemos como ejemplo a Discos Musart, uno de los primeros sellos discográficos en México, fundado en 1948 y que aún se mantiene fuerte. A lo largo de sus más de 80 años de existencia, la gran mayoría siendo independiente, Discos Musart ha impreso y lanzado de todo, no solo música mexicana. Gracias a los acuerdos de distribución en el extranjero, el nombre de Musart ha aparecido en álbumes que van desde la salsa hasta Sepultura, todo un revoltijo de Eurodance, e incluso el primer catálogo de los Beatles.

Sin embargo, la reputación de Musart se basa en su catálogo de lo que ahora llamamos Música “Regional Mexicana”, una mezcla de géneros nacionales como mariachi, banda, corridos, norteño y cumbia. En los Estados Unidos, el Regional Mexicano es el formato de radio en español más popular; sus estaciones habitualmente obtienen las 10 mejores calificaciones de Nielsen en los principales mercados como Los Ángeles y Chicago. Su público existe desde hace décadas. Antes, cuando Musart vendía canciones de los Beatles a los fans mexicanos, también comercializaba música mexicana a los expatriados que vivían en El Norte. A mediados de los años 60, en el apogeo de la Beatlemanía, el cantante con su espectáculo ecuestre, Antonio Aguilar y su esposa Flor Silvestre llenaban el Million Dollar Theatre de Los Ángeles con sus legendarias “charrerías” (rodeos musicales). Aguilar y Silvestre, por supuesto, también grabaron para Musart. 

Escucha las mejores canciones de Musart Records en Apple Music y Spotify. Sigue bajando para descubrir nuestra lista de reproducción. 

Musart fue fundado por Eduardo C. Baptista Covarrubias, un veterano de la industria discográfica, que previamente había iniciado el sello Peerless con el alemán Gustavo Klinkwort Noehrenberg (si algún par de peces gordos del sello discográfico ha tenido mejores nombres, háznoslo saber en los comentarios). Desde ese entonces, Musart ha seguido siendo un negocio familiar de Baptista, y uno ambicioso. Ha comprado otros sellos exitosos como Balboa y Panart. Su Torre Musart fue durante mucho tiempo un hito en la Ciudad de México y una instalación orgullosamente moderna, que combinaba necesidades prácticas como estudios silenciosos con aire acondicionado, con grandes cantidades de sofisticación. “El departamento de arte fotográfico está en el séptimo piso”, escribió el arquitecto del edificio en un artículo de 1970 en Billboard. “Cócteles, en el octavo piso”.

Todo lo cual quiere decir: a pesar de su reputación de folclore casero y canto a caballo, el Regional Mexicano es un negocio de la música como cualquier otro, y uno absolutamente moderno. Sus artistas innovan, persiguen y marcan tendencias, y le hablan a sus audiencias en formas novedosas. A lo largo de las décadas, Musart ha capturado la mayoría de esas tendencias y ha ayudado a poner en marcha algunas de ellas. Estas son algunas de las mejores canciones de Musart, un lugar tan bueno como cualquier otro para comenzar a explorar lo Regional Mexicano a lo largo de las décadas.

Los rancheros y las rancheras

Aunque el Million Dollar Theatre presentó una gran cantidad de actos mexicanos, desde el prolífico cantautor José Alfredo Jiménez hasta la banda de música sinaloense Banda el Recodo, nadie ofreció un espectáculo más grande que Antonio Aguilar y Flor Silvestre. Los zacatecanos y sus dos hijos tocaron para las crecientes comunidades de inmigrantes de El Norte con caballos, un conjunto de mariachis y, según una reseña de L.A.Times de 1966, la música de “Ernesto Hill Olvera, invidente virtuoso del órgano con un extraordinario sentido del tiempo (no muy diferente de George Shearing)…” Esto te cuenta de un espectáculo para toda la familia.

Aguilar cubrió toda la gama de estilos regionales de México. Al igual que la música country estadounidense, las canciones de la música ranchera atraen a su audiencia tradicional a través de letras y melodías, generalmente polkas de tres acordes o valses que se elevan y resuelven de manera predecible. Piensa en “folclórico”; pero, como otras músicas folclóricas, la ranchera contiene un mundo de variedad y extrañeza. El tema de ritmo fuerte de Aguilar “Un Puño de Tierra” es, según Gustavo Arellano, asistente de toda la vida a la charrería, “uno de esos grandes rugidos existenciales de fatalismo que hacen que ser un hombre mexicano sea tan divertido”.

Aguilar también cantó muchos corridos en Musart, canciones de historias sobre criminales y otros tipos de perros lanudos que ocupan un lugar destacado en la mitología mexicana. Su oda en ritmo de banda al narcotraficante Lamberto Quintero fue un sorpresivo éxito en la radio de Los Ángeles en 1984, en un momento cuando la banda y los corridos aún no tenían mucha fuerza comercial.

(Aguilar grabó muchas canciones en Musart en dos ocasiones distintas, una vez con mariachi y otra vez con una banda de metales con una “tambora” o bombo con un platillo encima; así que cuando veas un álbum titulado “Con Tambora”, eso significa que él está cantando musica de “banda”)

Los hijos de Aguilar y Silvestre, Antonio Jr. y Pepe, continuaron en el negocio familiar. La carrera de Pepe ha sido especialmente amplia, yendo desde el rock hasta la ranchera y las vastas franjas que se esconden en medio.  Su magnífica canción pop “Por mujeres como tú” combina mariachi, sutiles destellos de sintetizador y la voz mesurada de Aguilar en una música que se siente increíblemente suave.

Para todo el machismo desmesurado de la música ranchera, también ha sido el género regional más fructífero para mujeres empoderadas. Lucha Villa, Yolanda del Río y especialmente Paquita la del Barrio han combinado carreras actorales con intensas interpretaciones vocales. La especialidad de Paquita es castrar a los hombres por medio de sus canciones; para una muestra, tan sólo echa un vistazo a la hostilidad de “Rata de Dos Patas”, que incorporó el acordeón norteño al sonido del mariachi décadas antes de la ola actual de los llamados actos “mariacheños”.

Otra pieza popular entre los jóvenes descarriados es la exuberante y alegre “No Te Pases de Vivo”, que cuenta no con uno, sino con dos títulos obscenos no oficiales, “Chinga Tu Madre Inútil” y “No Te Hagas Pendejo”.

La fábrica de canciones de un solo hombre

Al igual que Juan Gabriel y Dolly Parton, el difunto Joan Sebastian pertenece al club de élite de personas que han escrito más de mil canciones. Al igual que Antonio Aguilar, Sebastián también cantó a caballo, ganándose el apodo de “El Rey del Jaripeo” y demostrando la buena fé de su patria. De hecho, gran parte de su música suena country, con toques de guitarra y ritmos de fondo de blues, y un poco de squeezebox para darle calidez. Echa un vistazo a la balada de autocrítica “Un Idiota” si estás listo para pasar toda la semana tarareándola.

Sebastian mantuvo una saludable carrera paralela escribiendo y produciendo para otros artistas. Tal es así, que explorar todos esos créditos de su trabajo es tan gratificante como investigar los extraños caminos de Willie Nelson. Su mayor logro es la obra maestra del final de su carrera, una pieza para Vicente Fernández: “Estos Celos”; pero si tienes una debilidad por el country sintetizado de la era Highwaymen, “Maracas”, un dúo de 1988 con Alberto Vázquez, también te resultará súper encantador.

En el extremo opuesto del medidor de encanto estaba el difunto Chalino Sánchez, un tipo distante cuya voz tenía la musicalidad de una sirena de tornado, y que incluso una vez estuvo en medio de un tiroteo en el escenario. A pesar de todo ello, se convirtió en el escritor central de los corridos; es más, puedes dividir el género en la era “pre-Chalino” y la “post-Chalino”.

Chalino huyó a California a finales de los 70 después de dispararle al hombre que había violado a su hermana en Sinaloa (vale la pena señalar que tres de estos músicos de enorme importancia – Chalino, Sebastián y Antonio Aguilar – vivieron sin papeles en los Estados Unidos por un tiempo). Después de realizar trabajos ocasionales, comenzó a escribir corridos por encargo. La gente le pagaba una tarifa y él grababa un casete sobre sus hazañas; o, si no tenían ninguna, escribía sobre cómo “lo mantuvieron real”. “Martín Félix”, una declaración libre de narrativa del orgullo sinaloense, te da una idea de esto.

Chalino comenzó a vender sus casetes en los mismos encuentros para intercambiar música de Los Ángeles donde también frecuentaban los raperos en ciernes N.W.A. Esa acción resultó ser una movida enormemente exitosa, que llevó a que Chalino finalmente comenzara a ganar miles de dólares por cada comisión de corrido. En 1992 fue trágicamente asesinado, pero para ese momento su leyenda estaba asegurada. Los jóvenes mexicano-estadounidenses que se habían enamorado del gangsta rap comenzaron a usar sombreros de vaquero y corridos a todo volumen. Aunque los narcocorridos no suenencomo el rap, Chalino puso al descubierto conexiones entre ambas culturas que han sido adoptadas por casi todos los cantantes de corridos que han seguido su herencia, desde distintas sensaciones del underground hasta Gerardo Ortíz, la estrella más grande del género. Los jóvenes que cantan sobre narcotraficantes de la vida real, poniendo en primer plano su ajetreo y arrogancia, se han vuelto ineludibles en la Música Regional Mexicana. “Contrabando en la Frontera”, sobre un negocio de marihuana que salió mal para un oficial de aduanas, es un buen indicador de la influencia de Chalino.

Cumbia

En la década de 1940, la cumbia había llegado de América del Sur a México, donde desarrolló una reputación de ser humilde y sin pretensiones, tal vez incluso un poco cuadrada. Sin embargo, la flexibilidad del ritmo le permitió transformarse en lo que fuera que los intérpretes locales y el público exigieran. Toca una cumbia despacio y es casi como rezar —  nada más mira a la veterana banda de la Ciudad de México Los Ángeles Azules y lo vas a entender —, pero tócala lo suficientemente rápido y se convertirá en un ritmo de merengue, o incluso en una polca.

A principios de los años 60, el guitarrista nacido en Jalisco, Mike Laure, compuso un montón de éxitos irresistibles de cumbia con su banda Los Cometas. Inspirada en los Cometas de Bill Haley y la gran banda colombiana la Sonora Dinamita, la canción de Laure “La Banda Borracha” presenta trompetas, voces de llamada y respuesta y diálogos escenificados de una manera muy kitsch. “Tiburón a la Vista” presenta una novedosa frase para ligar en la playa: “¡Ven a pasar el rato conmigo para que no te coman los tiburones!”

Las bandas de metales (y las bandas de música falsas)

En algún momento de sus carreras, la mayoría de los cantantes antes mencionados grabaron con bandas de metales y clarinetes del norte de México que alguna vez fueron un elemento básico de las plazas de los pueblos de Sinaloa. Sólo en los últimos 30 años las bandas comenzaron a anotarse éxitos pop con sus propios nombres. La mitad de las canciones en las estaciones regionales mexicanas de hoy son baladas suaves de metales, incluidas las de Banda los Recoditos, que lanzaron algunos álbumes a mediados de los 90 en Musart. En “Llorar, Llorar”, se puede escuchar el metal convirtiéndose en un dispositivo de entrega para la línea de montaje del pop. En lugar de oompahs (ese sonido rítmico de los instrumentos de metal de tonos profundos en una banda), las diversas secciones de viento unen sus fuerzas para crear poderosos ritmos de fondo de power ballads.

La gran historia de la banda de los 90 fue el auge de las tecno-bandas, que eran esencialmente grupos de synth-pop que imitaron el sonido de la banda con una fracción de los integrantes. Grupos como Vaquero’s Musical y Mi Banda el Mexicano fueron controvertidos entre los líderes de bandas de la vieja escuela — “Incluso me atrevo a decir que la mayoría no son bandas en absoluto” —  se quejó el fundador de la legendaria Banda el Recodo, pero en retrospectiva, ellos hicieron música novedosa que se mantiene mejor que gran parte de las cosas serias de la época. La nueva versión de Mi Banda el Mexicano del clásico de K-Tel de Tony Ronald “Ayúdame” encajaría bien en una lista de reproducción pop de los 90, ubicada entre “How Bizarre” y “Barbie Girl”.

Hoy en día, el péndulo le ha regresado la atención a los metales de los grandes grupos de trompetas en vivo, aunque la mayoría de ellos cortaron inteligentemente su sensiblero romanticismo y lo reemplazaron por melodías novedosas. “De la Noche a la Mañana”, de la Banda Cuisillos en honor a Apache, amenaza con convertirse en un hi-NRG de los 80 en cualquier momento; y el reciente remake de Grupo Laberinto del clásico de cumbia de Junior Klan “Dale El Biberón” — que no debe confundirse con el clásico de cumbia de Mike Laure del mismo nombre — muestra cómo las viejas bromas, las tácticas de niñera y los movimientos de baile persisten de generación en generación.

¿Crees que nos faltó incluir alguna de las mejores canciones de Discos Musart? Háznolo saber en la sección de comentarios.

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