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‘Dummy’: Portishead captura el espíritu de la época como ninguna otra banda

El debut de la banda de Bristol sigue sonando único hoy en día.

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Portishead Dummy
Portada: Cortesía de Universal Music

En 1994, Bristol, Inglaterra, llevaba varios años configurando una nueva escena musical de importancia internacional basada en gran medida en el trabajo de los productores Smith And Mighty y sus colaboradores Massive Attack. Al margen de esta escena, Geoff Barrow trabajaba en un estudio de grabación. A partir de 1991 comenzó a trabajar en su propio material como Portishead, nombre de un pequeño pueblo local. Para el año siguiente, ya había realizado algunos trabajos de producción para Tricky, el rapero de Massive Attack, y había coescrito “Somedays” para su mecenas Neneh Cherry, cuyo crujido y sus rasguños en cámara lenta señalaban el camino hacia Dummy, el álbum debut de Portishead. Este camino sonoro también incluyó algunos remixes para Depeche Mode.

Luego, Barrow capturó el espíritu de la época, quizás incluso más que sus contemporáneos, al asociarse con la etérea cantante Beth Gibbons y el guitarrista Adrian Utley para producir Dummy casi de la nada. Un álbum increíblemente seguro, con ventas multimillonarias, tomó la vibra de ese blues borroso y ligeramente inquietante que Barrow ya había aportado a su remix de “Going Nowhere” de Gabrielle, al cual añadió un tanto de sensibilidad tomada de distintos éxitos de radio y club y, con ello, inmediatamente actualizó el modelo musical que Sade había creado tiempo atrás.

Dummy de Portishead fue nombrado recientemente uno de los 100 mejores álbumes de la historia por Apple Music. Escucha el álbum ahora.

Desafiantemente antiamericano

La transformación altamente contemporánea (y, para ese momento, algo extraña) del formato de canción de desamor que se propone en Dummy incorporaba un scratching desafiantemente antiamericano junto con atmósferas de bandas sonoras de películas. Es un proyecto que surgió justo cuando los críticos musicales comenzaban a agrupar todo este tipo de sonidos como trip-hop. Con las credenciales de hip-hop del grupo avaladas por su asociación con el DJ Andy Smith, de ideas afines, el lugar del álbum en la historia de la música quedó confirmado al instante.

El disco abre con “Mysterons”, un track cargado de sonidos graves de bajo, adornado con la característica batería hueca de Portishead, con un scratching que parece grabado bajo el agua y un Theremin de Utley, reconocible al instante y proveniente de otro mundo. Por su parte, Gibbons se destaca por su voz semi-oblicua, fuerte pero oscura. A este inicio les sigue el sencillo “Sour Times” que samplea a Lalo Schifrin y añade una guitarra atmosférica con una melodía de películas de espías aportadas por Utley, que a su vez sirvieron para subrayar las imágenes que más tarde aparecerían en un cortometraje producido por el grupo llamado To Kill A Dead Man.

El enorme muro de sonido de “Strangers” se conecta con el reporte del clima a través de un tono de dial telefónico duplicado y una guitarra fuzz. Esto sucede mientras que Gibbons canta con fuerza: “Simplemente deja a un lado tus miedos a la vida”. El más sobrio “It Could Be Sweet” es un hermoso momento del teclado Fender Rhodes de Barrow, un sonido muy cercano a sus contemporáneos de Massive Attack, antes de la llegada de un vertiginoso scratching de un sampleo de War en “Wandering Star” (“Por favor, ¿Podrías quedarte un rato para compartir mi dolor?”). El primer sencillo del grupo, nítido y oscuramente jazzístico, “Numb”, presenta unas bombas de bajo de Utley y otro tanto de scratches nerviosos, con un órgano Hammond reseco, que acompaña las atmósferas marítimas que emergen a través del tremendo sonido de la batería.

Uno de los álbumes definitorios de los 90

La profundamente melancólica “Roads” se siente como una obra de teatro que es coloreada por la tristeza de un piano Rhodes tratado con trémolos por parte de Neil Solman, una atmósfera complicada que es coronada por la desolación de Gibbons: “No tengo a nadie de mi lado/Y seguramente eso no está bien”. “Pedestal” presenta quizás la letra que mejor destila la vibra general del álbum – “Me abandonaste/ Cómo sufro” – junto con una trompeta de jazz increíble de Andy Hague. También vale resaltar la contundente ‘Biscuit’, que toma su estribillo de un sampleo vocal de Johnnie Ray.

El exitoso sencillo de Moody y favorito de la banda sonora, “Glory Box”, cierra el álbum, sampleando “Ike’s Rap II” de Isaac Hayes y agregando una ardiente guitarra al estilo Ernie Isley de Utley. Poco después, esta canción ganaría un compañero igualmente estimado cuando Tricky convirtió el mismo sample en la pieza paranoica de hip-hop “Hell Is Round The Corner” de su álbum debut, Maxinquaye.

Lanzado el 22 de agosto de 1994, Dummy fue uno de los álbumes definitorios de los años 90 y un auténtico éxito de cinco estrellas. Recibió todos los elogios de la crítica, venció a Tricky en el prestigioso Premio Mercury Music en 1995, inspiró a legiones de imitadores y sigue siendo, con mucha razón, venerado en la actualidad.

Dummy puede comprarse aquí.

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