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‘Size Isn’t Everything’: los Bee Gees rompiéndola en los 90

Un álbum lleno de sintetizadores y programación de la época, pero también del sonido rock de sus dos guitarristas principales.

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Bee Gees Size Isn't Everything
Portada: Cortesía de Universal Music

En una carrera discográfica de más de 35 años, los Bee Gees no solo personificaron distintas épocas y géneros diferentes, sino que ayudaron a crear algunos de ellos. Cuando llegaron a su vigésimo álbum de estudio (este recuento incluye esos dos que hicieron antes de su éxito internacional de 1967) decidieron que el camino a seguir era abrazar los sonidos más actuales, pero también recordar sus épocas anteriores a Saturday Night Fever. De ahí el lanzamiento, el 13 de septiembre de 1993, de Size Isn’t Everything.

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Una sensación clásica y libre

Aunque la explosión disco de los años 70 inspirada en Saturday Night Fever se transmutó en otros estilos de música de baile en los años siguientes, los Bee Gees se mantuvieron con un sonido apto para los clubes en muchos de sus álbumes posteriores. Esto fue lo que sucedió con su disco High Civilization de 1991. Sin embargo, cuando se sentaron a hacer una secuela bastante rápida para este álbum de Polydor Records, los hermanos Gibb querían que sus canciones recuperaran un aire más clásico y libre.

Los sintetizadores y la programación seguían siendo el sonido de la época, pero para este trabajo ahora introdujeron más elementos de rock en un álbum que empleaba a dos guitarristas principales, Alan Kendall y Tim Cansfield. El inigualable instinto pop de los Gibb se puso de manifiesto a lo largo de Size Isn’t Everything. En las sesiones de Middle Ear en Miami Beach también participaron el muy viajado George “Chocolate” Perry en el bajo y Luis Jardim en la percusión. En un lapso de grabación de 14 meses se grabaron 16 temas que se redujeron a 11 para el álbum final.

Los Bee Gees se pasan al jack-swing

Aunque Barry y Robin se encargaron de la mayoría de las voces principales, como era costumbre, Maurice tuvo la oportunidad de brillar en una de los temas más atractivos de Size Isn’t Everything, como “Omega Man”. También compartió el micrófono con Barry en la alegre y pop “Above And Beyond”. Las armonías clásicas a tres voces fueron especialmente notables en “Blue Island”, una pieza hecha con pocos elementos de manera deliciosa, en la que la electrónica fue reemplazada por un rasgueo y la armónica de Gustav Lezcano.

Pero fue Barry quien destacó en el primer sencillo “Paying The Price Of Love”, que precedió al álbum en agosto y fue producido, como todo el disco, por los hermanos con Femi Jiya. La canción se convirtió en un éxito Top 30 en el Reino Unido, en la lista Adult Contemporary de Billboard y en un elemento de las listas de éxitos en muchos países europeos. Aquí, el sonido dance contemporáneo fue tal que Billboard proclamó en su reseña: “Por fin ha llegado el día. Los Bee Gees se han vuelto jack-swing”.

El tañido de una campana nostálgica

En septiembre, los hermanos tocaron en el concierto Hurricane Relief en el Joe Robbie Stadium de Miami. Luego, en noviembre, encabezaron el cartel de la 65.ª Royal Variety Performance en el Dominion Theatre de Londres, que también contó con las estrellas imperecederas de los años 60 Cilla Black y Lulu, así como el elenco de una re-versión de Grease, el musical tan intrínsecamente vinculado a los hermanos Gibb. En ese evento, los Bee Gees interpretaron éxitos de su carrera como “Massachusetts” y “You Should Be Dancing”, y lanzaron nuevamente Size Isn’t Everything.

“For Whom The Bell Tolls” fue cantanda conjuntamente por Barry y Robin, cuyos tonos distintivos y anhelantes le dieron a la canción una sensación nostálgica que ayudó a llevarla a un impresionante número 4 en el Reino Unido, durante una estancia de seis semanas en el Top 10. En la lista de álbumes, era la época de Bat Out Of Hell II de Meat Loaf, Both Sides de Phil Collins y Duets de Elton John, pero Size Isn’t Everything se mantuvo firme en la tierra natal de Bee Gees, llegando al número 2 en las listas australianas.

“For Whom The Bell Tolls” otorgó a los Bee Gees la distinción de haber alcanzado el Top 5 en el Reino Unido en cuatro décadas consecutivas, durante un período de 26 años desde el primero, “Massachusetts”, en octubre de 1967. Un tercer sencillo de Size Isn ‘t Everything, el tema suave con sintetizador y saxofón “How To Fall In Love, Part 1”, fue otra entrada en el Top 30 del Reino Unido.

Barry Gibb se mostró enérgico cuando, en el momento del lanzamiento del álbum, el 2 de noviembre en los Estados Unidos, le dijo a Billboard: “No vamos a ser recordados como un grupo de los años 70”. Robin agregó: “En la última década, hemos tenido que lidiar con gente que decía: ‘¿Por qué no hacen un álbum de un tipo de música, dirigida a este mercado o a estos grupos demográficos?’, y estamos bastante hartos de grupos demográficos”.

“Venimos de una era diversa [musicalmente]”, continuó Gibb. “Nuestros héroes eran los Beatles. Todo lo que hacían era diferente. Tomamos una página de ese libro que se remonta a nuestro primer álbum. Y queríamos variedad en este álbum. No queremos hacer un solo tipo de música”.

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